“Ruido blanco simboliza mi infancia, ese útero después del útero donde se gestó la persona y la artista que hoy soy. El líquido amniótico es el mar de Mazagón (Huelva). Su rumor me transporta a una espiral de sol, arena y conchas sobre la que se proyecta la imagen de mis padres.
Con esta vuelta al origen pretendo la emancipación de mi yo creativo. El experimento entraña un ejercicio de libertad que, a base de desaprender lo aprendido, tienen como fin último poner mi baile al servicio de mi expresión.
Sonidos, imágenes, música y movimiento apelan en clave onírica y flamenca a la memoria sensorial y emocional del espectador, aquella que despierta cuando acerco a mi oído la caracola de mi niñez”
Lucía de Miguel